He pasado una temporada observando el mundo a través de una canica, se ha vuelto mi cámara portátil, no salgo sin ella, camino y me detengo a contemplar de vez en cuando.
Cada día al estar en frente de ellas, me dispongo a saltarlas, a no pisarlas, a pisarlas y lograr nuevos ritmos. Cada loseta, cada calle es un reto distinto.
Un bote, dos botes, hasta el infinito. La idea es romper nuevos récords cada día.
Una zoología fantástica, con cada uno de los bordes y formas que forman las abultadas, grandes y pequeñas, nubes en el cielo.
Cuando hablo por teléfono, en una clase aburrida, los dibujitos caprichosos aparecen como enredaderas.
Cada día al estar en frente de ellas, me dispongo a saltarlas, a no pisarlas, a pisarlas y lograr nuevos ritmos. Cada loseta, cada calle es un reto distinto.
Un bote, dos botes, hasta el infinito. La idea es romper nuevos récords cada día.
Una zoología fantástica, con cada uno de los bordes y formas que forman las abultadas, grandes y pequeñas, nubes en el cielo.
Cuando hablo por teléfono, en una clase aburrida, los dibujitos caprichosos aparecen como enredaderas.